La amígdala:
Cuando nombramos las emociones, la zona más
destacada sería la amígdala. Corresponde a una parte del sistema límbico que se
encuentra en la parte interior de los lóbulos temporales, y que se encuentra
mucho más desarrollada en los humanos que en nuestros parientes evolutivos más
cercanos. Esta región cerebral permite que nuestra variabilidad de emociones
sea mayor que la del resto de animales.
De todas las estructuras subcorticales, la
amígdala es la que se ha relacionado de un modo más consistente con la emoción,
tanto en animales como en humanos (LeDoux, 1993). La identificación de la
amígdala como una región relacionada con la emoción se inicia a partir de los
trabajos, ya clásicos, realizados en monos. Algunos estudios mostraron
que tras la extirpación bilateral del lóbulo temporal anterior en monos
provocaba reacciones de ira, miedo, hipersexualidad, cambios en los hábitos
alimenticios, etc. Weiskrantz (1956) algunos años después atribuyó estos
cambios a la lesión de la amígdala.
Las recientes investigaciones demuestran que
la amígdala está implicada y es de gran importancia en las conductas que se
aplican a la supervivencia, y una de las más importantes son las emociones. Le
llegan muchas señales nerviosas a la amígdala que se obtienen de receptores
olfativos, de la neocorteza sensitiva, de áreas visuales y auditivas, etc.
De la amígdala también salen impulsos
nerviosos que se dirigen a zonas de la neocorteza, hipocampo, tálamo,
hipotálamo y otras regiones del cerebro que guardan relación estrecha con las
emociones, algunas de ellas son las expresiones faciales de miedo, secreción de
hormonas, aumento de frecuencia cardíaca, aumento de frecuencia respiratoria,
etc. Estas conexiones la convierten en una pieza fundamental en el control de
los pensamientos y de medio. Este control tiene como función principal crear
una conducta adecuada a los sucesos que ocurren a nuestro alrededor. La
amígdala es considerada como controlador de gran parte de información sensorial
relacionada con situaciones alarmantes o de peligro. Se ha llegado a decir que
es es “una especie de ventana a través de la cual el sistema
límbico, aprecia el lugar de la persona en el mundo” (Guyton, 1989).
Haz clic aquí si deseas saber más sobre la amígdala y su relación con las emociones.
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La universidad de
Wisconsin-madison descubrió que el cerebro de los psicópatas es diferente al
del resto de la población. Estamos hablando de un
trastorno de personalidad que tiene gran influencia genética. Este trastorno afecta
a un 1% de la población mundial. Las características que lo definen son una
carencia de empatía y conciencia. Las personas psicópatas no tienen
remordimientos ni consideración de que sus acciones causen daños a otros. Son egoístas
y egocéntricos de modo general, no pueden interesarse nada más que por si
mismos. Son impulsivos, tienen problemas para controlarse y muestran
comportamientos compulsivos. Su naturaleza y la falta de empatía les lleva a
veces a comportarse de una manera socialmente rechazada, como podría ser
torturar, forzar, mentir, manipular, dañar e incluso matar para obtener un fin
deseado. Pero no todos los psicópatas siguen este camino, ellos conocen bien cuáles
son las normas sociales y lo que está mal visto. Es por ello que tiene gran
influencia en su desarrollo como personas el ambiente y la educación que hayan
obtenido.
A pesar de ser un porcentaje
bastante pequeño el de personas psicópatas frente a personas que no lo son, si
hablamos de delincuentes un 15% de los encarcelados y un 50% de los violadores en
serie padecen este trastorno. Este elevado porcentaje podría deberse a que los
psicópatas tienen una mayor impulsividad, mayor tendencias agresivas y a la
delincuencia. Sus comportamientos van ligados al deseo de una meta, se
comportarán de forma agresiva y con sentimientos de ira cuando algo o alguien
le impidan el fin que desean.
Investigaciones:
Las investigaciones en la
universidad de Wisconsin estudiaron las variaciones de las imágenes de cerebros
de presos mediante resonancia magnética funcional (fMRI) y difusión de imagen de tensor (DTI). El
estudio mostró como las conexiones entre la corteza prefrontal ventromedial
(CPFVM), que se encarga de los sentimientos de culpa y empatía, y la amígdala,
que se relaciona con la ansiedad y el miedo, se veían reducidas en los
psicópatas frente a las del resto de presos. Los cambios en las estructuras del
cerebro se confirmaron mediante los dos tipos mencionados de imágenes
cerebrales. Con la fMRI se demostró menor actividad coordinada de la corteza
prefrontal del cerebro, mientras que con la DTI se mostró reducida las
estructuras de las fibras de materia blanca, encargadas de conectar la amígdala
con la corteza prefrontal ventromedial.
Newman uno de los
científicas encargados de dicha investigación comenta:
“La combinación de alteraciones estructurales y
funcionales en el cerebro de los psicópatas, nos da una evidencia
convincente de que esta disfunción observada entre la amígdala y el CPVM,
es una característica estable en el cerebro de los psicópatas. Confío en
que nuestro trabajo de colaboración arrojará más luz sobre el origen de esta
disfunción y las estrategias para tratar el problema.”
A continuación se puede ver un documental en el que Richard Kuklinski, conocido como el hombre de hielo, muestra sus confesiones sobre más de 200 asesinatos. Podemos comprobar cómo se sienten estos acontecimientos desde la mente de un psicópata:
A continuación se puede ver un documental en el que Richard Kuklinski, conocido como el hombre de hielo, muestra sus confesiones sobre más de 200 asesinatos. Podemos comprobar cómo se sienten estos acontecimientos desde la mente de un psicópata:
Realizado por: Isabel R.M.
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